Hace unas semanas, en un restaurante de cierto postín, el maître me sugirió como especialidad muy recomendable de la casa el "estik tartar" (así lo pronunció). Al responder yo que se trataría de un "esteik", pues estik significa palo, insistió con gesto contrariado espetándome que, para mi información por si yo no estaba familiarizado con el término, se trataba de carne cruda con variados aliños. Lo dejé por imposible -como dicen los gauchos: hay caballo que nunca coge trote- y pedí el famoso steak, que, por cierto, no estaba nada mal a pesar de que la carne había sido picada con una máquina y no cortada finamente a cuchillo como mandan los cánones y como lo hacen en The Forge en Miami, probablemente donde se come el mejor steak tartare del mundo.
Esta anécdota me ha recordado la continua pelea que libramos los españoles con el idioma inglés. No me digan que no produce sensación de subdesarrollo ver a algunos de nuestros principales políticos escoltados por un intérprete en las reuniones de mandatarios internacionales. Lo cierto es que, por mucha resistencia que pongamos, las expresiones en inglés impregnan nuestra vida diaria, y no solamente en la jerga económica y financiera, sino en la tecnológica, en anuncios comerciales y hasta en los carteles y folletos de celebraciones de festejos, así que me temo que estamos inmersos en una tendencia imparable que invade y desplaza a la rica lengua española. No creo que haya remedio para nuestra deplorable pronunciación, pero lo realmente chocante es que, haciendo un uso indebido del inglés, algunos lechuguinos modernuquis, para hacerse los interesantes, usan expresiones que no entienden ni los propios británicos, sencillamente porque no son correctas en aquel lenguaje. Por ejemplo, hacer zapping no existe, lo correcto para cambiar de canal es channel surfing. También decimos parking cuando lo ortodoxo es car park, al igual que camping en vez de campsite o, en USA, camp ground. Si usted le dice a un angloparlante que a la fiesta hay que ir vestido de smoking, no lo entenderá, porque ellos usan dinner jacket o tuxido en América. Aquí algunos han inventado el footingcuando en el mundo anglosajón se dice jogging o la expresión puenting -no deja de ser gracioso- por bungee jumping. Si dicen ustedes alto standing para referirse a algo de buen nivel y calidad, me temo que ningún inglés se va a enterar porque ellos utilizan high class; lo mismo ocurre si nos referimos a un crack para designar a aquel que es un fenómeno en lo suyo, pues ellos emplean he rocks.
En fin, no les sigo dando la vara para no agotar su paciencia, pero como les decía antes me temo que frenar la invasión de términos británicos es una batalla perdida. Yo aspiro y me conformaría con ver a nuestro próximo presidente del Gobierno hablando un inglés fluido con otros mandatarios internacionales y sin intérprete.
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